domingo, 28 de septiembre de 2014
ESTA LUZ DE SEVILLA...
Esta luz de Sevilla... Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho.—La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio—.
Mi padre, aun joven. Lee, escribe, hojea
sus libros y medita. Se levanta;
va hacia la puerta del jardín. Pasea.
A veces habla solo, a veces canta.
Sus grandes ojos de mirar inquieto
ahora vagar parecen, sin objeto
donde puedan posar, en el vacío.
Ya escapan de su ayer a su mañana;
ya miran en el tiempo, ¡padre mío!,
piadosamente mi cabeza cana.
Antonio Machado
sábado, 27 de septiembre de 2014
EL PUENTE
Para cruzarlo o para no cruzarlo
ahí está el puenteen la otra orilla alguien me espera
con un durazno y un país
traigo conmigo ofrendas desusadas
entre ellas un paraguas de ombligo de madera
un libro con los pánicos en blanco
y una guitarra que no sé abrazar
vengo con las mejillas del insomnio
los pañuelos del mar y de las paces
las tímidas pancartas del dolor
las liturgias del beso y de la sombra
nunca he traído tantas cosas
nunca he venido con tan poco
ahí está el puente
para cruzarlo o para no cruzarlo
yo lo voy a cruzar
sin prevenciones
en la otra orilla alguien me espera
con un durazno y un país.
viernes, 26 de septiembre de 2014
SOLEDADES: XV "LA CALLE EN SOMBRA"
La calle en sombra. Ocultan los altos caserones
el sol que muere; hay ecos de luz en los balcones.
¿No ves, en el encanto del mirador florido,
óvalo rosado de un rostro conocido?
La imagen, tras el vidrio de equívoco reflejo,
surge o se apaga como daguerrotipo viejo.
Suena en la calle sólo el ruido de tu paso;
se extinguen lentamente los ecos del ocaso.
¡Oh, angustia! Pesa y duele el corazón ...
¿Es ella? No puede ser... Camina... En el azul, la estrella.
Antonio Machado
viernes, 19 de septiembre de 2014
CUMPLEAÑOS
Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!
Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.
Ángel González
COMO SI NADA
colgante entre dos áridos mutismos
vale decir entre dos muertes
a todas luces (o
mejor a todas sombras)
lo inapelable lo definitivo
lo importante vendría a ser la muerte
¿o no?
somos cardúmenes de vivos
que navegamos ciegos / consolables
de muerte a muerte y sin escalas
de esta tregua brevísima querría
llevarme algunas cosas
verbigracia el latido del amor
el libro que releo en los insomnios
la mirada sin niebla de los justos
y otra vez el latido del amor
esto de no ser más / de terminarse
tiene algo de aventura o de presidio
del ocaso al acaso media un palmo
de la nada a la nada va una vida
allá lejos / la simple ceremonia
de esa boca de niño junto a un pecho
de madre manantial
es un envite inútil a la nada
un simulacro espléndido / un adiós
pero la nada espera / no se olvida
de todas sus promesas serviciales
sus lágrimas de paz y protocolo
sus grietas en la tierra y en el cielo
¿cómo no ser curioso?
¿cómo no hacer apuestas a favor
o en contra hasta que alguien
pronuncie el no va más?
estoy henchido de curiosidad
callado como un pino en el crepúsculo
cuando el sol / ese impar / muere de a poco
y también él esconde sus vergüenzas
curioso y en silencio / yo me espío
a ver si la esperanza cicatriza
o si las servidumbres se desmandan
o si el secreto a voces me concierne
estoy flotante de curiosidad
ávido de saber o de sufrirme
flotante entre mis miedos
esclavo de mis auras
señor de mis cenizas
alguna vez la nada será mía
y yo / curioso
la venderé al mejor postor
y si él / a su vez / desencantado
la subasta en la plaza /
podré esfumarme al fin
como si nada.
Mario Benedetti
lunes, 15 de septiembre de 2014
HISTORIA DE UNA GÁRGOLA
"Voy a hablarte, al igual que hizo conmigo la tormenta. Voy a despertarte, tal y como conmigo hizo el relámpago. Tu tiempo entrará en mi tiempo, que son muchos y uno solo. Y es posible que, al final de la noche, cuando tengas conocimiento ya de todo, mientras dejas un rastro de luces encendidas camino del lavabo e intentas convencerte de que mi relato es pura fantasía, y por tanto poco más que una mentira, es posible que entonces, dispuesto a lavarte los dientes, te mires al espejo y descubras que las escamas cubren tu cara. Que no hay cepillo que pueda con los colmillos curvos y salientes que pueblan tu boca, como no hay dentífrico capaz de derrotar tu aliento a tumba y saliva gruesa de pantano. Los pelos desbordarán los agujeros de tu hocico y de tus orejas. Tus palabras sonarán a graznido y ya nada, nada ni nadie, nos podrá separar."
Milo J. Krmpotic
domingo, 14 de septiembre de 2014
¿MI CORAZÓN SE HA DORMIDO?
¿Mi corazón se ha dormido?
Colmenares de mis sueños,
¿ya no labráis? ¿Está seca
la noria del pensamiento,
los cangilones vacíos,
girando, de sombra llenos?
No, mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña, mira,
los claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio.
Antonio Machado
viernes, 12 de septiembre de 2014
LA CALLE
Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.
Ocavio Paz
jueves, 11 de septiembre de 2014
LA TARDE SOBRE LOS TEJADOS
(Lentísimo)
La tarde sobre los tejados
cae
y cae...
¿Quién le dio para que viniera
alas de ave?
Y este silencio que lo llena
todo,
¿desde qué país de astros
se vino solo?
¿Y por qué esta bruma
—plúmula trémula—
beso de lluvia
—sensitiva—
cayó en silencio —y para siempre—
sobre mi vida?
cae
y cae...
¿Quién le dio para que viniera
alas de ave?
Y este silencio que lo llena
todo,
¿desde qué país de astros
se vino solo?
¿Y por qué esta bruma
—plúmula trémula—
beso de lluvia
—sensitiva—
cayó en silencio —y para siempre—
sobre mi vida?
Pablo Neruda
POEMA DE LA SIGUIRIYA GITANA
PAISAJE
El campo
de olivos
se abre y se cierra
como un abanico.
Sobre el olivar
hay un cielo hundido
y una lluvia oscura
de luceros fríos.
Tiembla junco y penumbra
a la orilla del río.
Se riza el aire gris.
Los olivos,
están cargados
de gritos.
Una bandada
de pájaros cautivos,
que mueven sus larguísimas
colas en lo sombrío.
Federico García Lorca
sábado, 6 de septiembre de 2014
LUCES EN LAS SOMBRAS DEL PASADO
"No quiero más luz en esta noche donde se me mueren las
palabras, que... difuminadas en las sombras del pasado,
renacen como
luciérnagas,
pintando siluetas en
algún lugar del olvido.
No enmudecen las
piedras al paso del tiempo,
ese viaje
irreversible que se nos graba en la memoria,
ni la luz se detiene
en las penetrables vidrieras,
que me amanecen,
cuando siento que el cansancio
quiere vencerme...”
Ramón Morales Reyes
viernes, 5 de septiembre de 2014
INTERVALO
Arquitecturas instantáneas
sobre una pausa suspendidas,
apariciones no llamadas
ni pensadas, formas de viento,
insubstanciales como tiempo
y como tiempo disipadas.
Hechas de tiempo, no son tiempo;
son la hendedura, el intersticio,
el breve vértigo del entre
donde se abre la flor diáfana:
alta en el tallo de un reflejo
se desvanece mientras gira.
Nunca tocadas, claridades
con los ojos cerrados vistas:
el nacimiento transparente
y la caída cristalina
en este instante de este instante,
interminable todavía.
Tras la ventana: desoladas
azoteas y nubes rápidas.
El día se apaga, se enciende
la ciudad, próxima y remota.
Hora sin peso. Yo respiro
el instante vacío, eterno.
Octavio Paz
SI MI VOZ MURIERA EN TIERRA
Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombardla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!
Rafael Albaerti
INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo
se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del
suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar
paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea
quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano
izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal
correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada
uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto
más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera,
ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o
pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de
costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en
mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque
no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al
que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se
comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta
casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el
escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos
pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero
que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del
pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en
éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros
peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación
necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la
explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el
pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir
alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera.
Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su
sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
martes, 2 de septiembre de 2014
LA LUNA Y EL POETA
Él era sólo un corazón solitario y ella la Luna iluminando su vacío; un vacío ya petrificado, viejo y cansado de los golpes y desazones del destino. Ella era la mujer que soñaba; blanca, adormitada e infinita; recostada sobre el mar. La veía llegar al fin del atardecer y la acompañaba cada noche en su andar, buscando el punto en el que pudieran fundirse, mientras que ella sólo pasaba dejando detrás de su lisura el sabor de un desdén.
Él vivía la ironía del poeta, de amar hasta la muerte a la mujer imposible; y aunque para el mundo era simplemente la Luna, la amaba con locura. Y en una noche de desconsuelo, sentado frente a la playa con una botella de vino, la vio detrás del Océano, permisiva y complaciente. Y un camino dibujado sobre el mar se tendió entre los dos.
Fue hacia ella con los ojos llenos de luz intentando por fin tenerla entre sus brazos, paso a paso fue avanzando mar adentro, y con el rostro iluminado y una sonrisa a flor de labios, desapareció entre las aguas y se hizo mar.
Sólo entonces ella comprendió que fue amada y que el amor existe, y lloró en medio de la noche su infortunio. Y él, convertido en Océano, al ver que aquel llanto era por su ausencia,
hizo olas en el mar para calmarla, acariciando su reflejo. Y ella juró volver a verlo y mostrársele como en su más puro sueño.
Desde entonces, aquel mar que parece embravecido en las noches de luna llena, no es sino el poeta enamorado acariciando el reflejo de su amada.
Él vivía la ironía del poeta, de amar hasta la muerte a la mujer imposible; y aunque para el mundo era simplemente la Luna, la amaba con locura. Y en una noche de desconsuelo, sentado frente a la playa con una botella de vino, la vio detrás del Océano, permisiva y complaciente. Y un camino dibujado sobre el mar se tendió entre los dos.
Fue hacia ella con los ojos llenos de luz intentando por fin tenerla entre sus brazos, paso a paso fue avanzando mar adentro, y con el rostro iluminado y una sonrisa a flor de labios, desapareció entre las aguas y se hizo mar.
Sólo entonces ella comprendió que fue amada y que el amor existe, y lloró en medio de la noche su infortunio. Y él, convertido en Océano, al ver que aquel llanto era por su ausencia,
hizo olas en el mar para calmarla, acariciando su reflejo. Y ella juró volver a verlo y mostrársele como en su más puro sueño.
Desde entonces, aquel mar que parece embravecido en las noches de luna llena, no es sino el poeta enamorado acariciando el reflejo de su amada.
César Aching Samatelo
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